domingo, 30 de enero de 2011

El concierto




Andrei Filipov trabaja como limpiador en el Bolshoi, pero treinta años atrás fue el director de orquesta del famosísimo teatro ruso. Mientras limpia en el despacho del director actual, encuentra un fax de París en que el director del Chatelet solicita un concierto en la ville lumière, y decide convocar a todos sus antiguos músicos, enfrentarse a mil contratiempos -muchos de ellos, procedentes del indómito carácer ruso- y dirigir un concierto que hace treinta años fue interrumpido por Brezhnev, por albergar dentro de la orquesta a músicos judíos. Entre otras tramas (que no quiero desvelar), ése es el hilo argumental de El concierto, la última película del rumano Radu Mihaileanu. Ese hilo ensarta muchas cuentas: una crítica feroz al decadente comunismo, a su antisemitismo, al carácter caótico del pueblo ruso; un canto al arte, capaz de trascender nacionalidades, épocas, ideologías; una reflexión sobre la tenacidad del artista, consagrado a su arte hasta las últimas consecuencias, a veces gravísimas; un intento de acabar en el presente aquello en lo que mucha gente se dejó la piel...
Muchos temas para una sola película. Sobre todo cuando el director no es un genio. Y Mihaileanu no lo es. Es un creador aplicado, que intenta poner pasión en lo que cuenta, y contagiar esa pasión al espectador, pero en mi caso no lo ha conseguido. El concierto me ha parecido una película bastante digna, pero era muy difícil casar el tono de farsa (que predomina en gran parte del metraje) con el íntimo, reflexivo y emotivo de, sobre todo, la parte final. Especialmente durante toda la parte del concierto, el director consigue despojarse de todo lo anterior y se vuelca en la difícil tarea de hacernos entender la locura por el arte, el contagio de la belleza, conceptos abstractos pero que el rumano vuelve sencillos, puramente visuales. Y eso hace que uno acabe con buen sabor de boca, pero todas las vicisitudes de sus personajes hasta empezar ese concierto se le antojan a uno fruto del capricho del guionista -que, al parecer, se inspiró en un caso real- y están narradas de forma atropellada, caótica, como -parece sugerir el director- es el alma eslava.


No hay comentarios:

Publicar un comentario