domingo, 16 de enero de 2011

The cove

  Como documental, The cove te impacta, porque muestra una realidad brutal que se produce en uno de los países supuestamente más desarrollados del mundo, Japón. Además, se trata de un documental bastante particular, porque recurre a ciertos elementos del cine de ficción para dar sentido al conjunto: ¿conseguirán Ric O'Barry -el antiguo entrenador de los delfines que interpretaron a Flipper- y sus  hombres acceder, a pesar de la estrecha vigilancia japonesa, a la cala -el cove del título- donde anualmente se celebra una horrenda matanza de esos animales? Se trata de una película descaradamente activista. El director, Louie Psihoyos, ha resuelto que el arte puede (y debe) cambiar el mundo, y su película es un intento de concienciar al planeta entero de una realidad que hace que el ser humano se avergüence de lo que hacen sus congéneres. 
La historia se sigue con intriga -como si fuera un policíaco ecologista-, e investiga no sólo lo relacionado con ese tema principal -la matanza anual de delfines en un pueblecito japonés-, sino que, como en todo documental bien trenzado, ese tema conduce a otros no menos jugosos, e igual de espeluznantes: la conciencia de los gobiernos de la existencia de hechos como este y su silenciamiento por cuestiones económicas; el maltrato a animales (en este caso, dotados de unas excepcionales sensibilidad e inteligencia); los intereses económicos por encima de la salud pública (la carne de delfín, con un elevadísimo índice de toxicidad a causa del mercurio, se vende y consume luego en todo Japón); la impunidad con que los países poderosos se saltan a la torera normas internacionales, comprando el voto de países tercermundistas. El espectador, al final de la proyección, no puede evitar sentir indignación, y ganas de colaborar con todas las organizaciones necesarias para que acaben de una vez semejantes atrocidades.


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