miércoles, 26 de enero de 2011

En tierra hostil




La guerra es una droga, reza una cita al principio de esta película que hace referencia al personaje protagonista, interpretado por Jeremy Renner, de oficio, desactivador de explosivos. De hecho, la película nos cuenta el día a día -en cuanta atrás hasta el soñado regreso a casa- de un equipo de desactivadores de explosivos. Después de la muerte de un compañero, William James (Jeremy Renner) llega a sustituirlo. La profesionalidad del fallecido choca contra el sistema de trabajo caótico, temerario, casi suicida, del sustituto, y la película nos muestra la convivencia entre los integrantes de ese equipo, el desactivador, un sargento y un especialista. Los iniciales enfrentamientos entre ellos dejan paso a un cierto entendimiento, y en la película se nos narran diferentes episodios de desactivación de explosivos, con (pocos) tramos de ocio. La estructura de la película me parece acertadísima: esos episodios que se suceden -todos narrados de forma magistral, con una tensión casi insoportable, construida sobre un montaje que quita el aliento- dan al espectador la sensación de que, por muchos explosivos que desactiven, a pesar del peligro, del riesgo, de la intervención casi milagrosa de la intuición y del azar, siempre van a aparecer más y más bombas. Como un trabajo que no tiene fin, ni recompensa. Todos y cada uno de los episodios -el tiroteo en las afueras de Bagdad, la primera desactivación, el intento de salvar al hombre-bomba, etc, etc- están narrados con una fuerza que hacía tiempo que no veía en el cine. Y uno de los elementos que produce mayor tensión es la ausencia visual del enemigo. Cuando aparece -excepto en una ocasión-, siempre es de lejos y entrevisto, con lo que se consigue que el enemigo se convierta en un ente abstracto, que puede encarnarse en cualquiera que pasa por la calle, cualquiera de las cabezas que miran el trabajo de los desactivadores desde sus casas. Y eso otorga mayor tensión al conjunto. 
La película está desprovista de una mirada política, aunque es realista. La directora, Kathryn Bigelow, nos muestra un presente radical con la mayor cantidad de realismo posible, pero sólo nos cuenta la versión norteamericana, o, mejor dicho, la versión de tres personas, de tres jóvenes muy distintos que sufren de forma diferente la situación que viven. Los traumas que vendrán luego, después de los hechos narrados, serán otra historia, otra película. Las vidas truncadas, deshechas o destinadas al alcohol, las drogas o los psiquiatras, se pueden intuir durante el visionado de En tierra hostil.
Casi todo el film transcurre en Bagdad y sus alrededores, y esa ciudad destrozada, sus alrededores desérticos, el calor y el polvo tienen una importancia decisiva en la historia. Sólo en un par de secuencias aparecen los Estados Unidos, y se trata de dos secuencias fundamentales para entender a William James y la profunda monstruosidad de la guerra: de regreso en casa, el desactivador de bombas se encuentra con una vida que no entiende. Buscar los cereales para su hijo en la enorme sección de unos grandes almacenes es una tarea más complicada para él que desactivar un artefacto explosivo. La vida real, para él, ha dejado de existir. Necesita esa adrenalina que su trabajo le despierta. La película, así, se convierte en un discurso (sin palabras) sobre cómo la violencia deshumaniza de raíz al ser humano y lo convierte en un extraño para sí mismo y para los suyos.
Todas las consideraciones que se hicieron sobre lo extraño de que una película de acción, rebosante de testosterona y adrenalina, estuviera dirigida por una mujer me parecen, sencillamente, ridículas.


4 comentarios:

  1. Prácticamente de acuerdo en todo, a mí también me pareció una película estupenda, narrada con una vigorosidad imponente y montada con mano maestra. Cosa que tampoco me sorprendió tanto como a otros, pues Bigelow ya tenía joyas en su haber como NEAR DARK o STRANGE DAYS, en especial esta última que aun me parece su mejor trabajo.

    Como mínimas pegas un par de detalles de "cámara modernilla" y el aséptico uso de la música, que para un amante de las bandas sonoras siempre resutla ser una espinita clavada, pese a que su empleo sea preciso y acertado.

    Merecido premio para la señora, que le da sopas con ondas a su ex.

    Saludos en paralelo.

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  2. No he visto Strange days, pero prometo remediar esa falta. Saludos (en paralelo, claro).

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  3. La vi en su momento y no salí contento del cine, creo que porque hice una lectura política de la película, ya que me pareció que buscaba una justificación sofisticada de la intervención norteamericana en Irak. Admito que esos árboles no me dejaron ver el bosque. Quizá debería echarle otro vistazo con más calma y asepsia política.

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  4. Yo también suelo sucumbir con frecuencia a los prejucios políticos con muchas películas, pero no me pasó en ésta, afortunadamente. Además, no creo que la película justifique nada: es una denuncia de todas las guerras. Los soldados norteamericanos no saben a quién se están enfrentando en En tierra hostil: el enemigo es un ente casi abstracto. No sabemos nada de sus motivaciones. Y no son El Malo, sino el enemigo. Aquí el malo es La Guerra.

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